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noticias de la Provincia de SANTA FE: Natalio Botana en el Paraninfo: "Al país le falta apetencia de horizonte a largo plazo" (El Litoral)

22.8.05

Natalio Botana en el Paraninfo: "Al país le falta apetencia de horizonte a largo plazo" (El Litoral)

El intelectual se explayó sobre los problemas que ocasiona la crisis de representación política. Entiende que el estilo confrontativo del presidente de la Nación exacerba el problema. La construcción de la ciudadanía.

-¿Dónde sitúa el origen de la crisis actual?
- El ciclo histórico tiene un comienzo complicado en la segunda mitad del siglo XX, porque es cuando la Argentina desarrolla un estado social muy avanzado sin el respaldo fiscal adecuado. En este largo período -que algunos llaman de declinación y otros como yo, de sucesión de crisis-, se vive de prestado y se gasta más que sus propios recursos. El país impone a los sectores más pobres, el impuesto inflacionario para financiar espuriamente un Estado que demanda cada vez más gasto. En la década del '90, en lugar de emitir moneda y generar el impuesto inflacionario, se provoca un colosal endeudamiento. Esto termina generando, a través de la crisis de 2001, más penurias, más empobrecimiento y más exclusión. Hay un problema histórico muy complejo para la Argentina que es parte del populismo: creer que van a ser una ciudadanía social sin recursos y sin el respaldo fiscal necesario.

-¿Esta es la crisis final del populismo?
- Es muy difícil saber cuándo un país toca fondo. Los grados de declinación pueden ser muy grandes y muy severos. La Argentina se está dando cuenta de varias cosas, por ejemplo que es necesaria la estabilidad monetaria y tener un respaldo fiscal genuino para satisfacer nuestras obligaciones y procurar desarrollar una política de derechos aceptable. De lo contrario, si los derechos quedan como un mero fenómeno caligráfico, la revolución de las expectativas en la gente es muy grande porque ven que nada se cumple; que la ley no existe, hay anomia y crece la brecha de credibilidad. Al revisar las encuestas, esta brecha con las instituciones de la Constitución es tremenda. Todos queremos la democracia, pero cuando se pregunta sobre los jueces, la policía, el Congreso y los políticos, las respuestas son desoladoras.

- ¿Ayuda el gran descreimiento o la crisis de los partidos políticos?
- El gran tema argentino es la crisis de representación. Es un proceso histórico. Desde la recuperación de la democracia en 1983, la Argentina funcionó con un sistema bipartidista con alternancias entre justicialistas y radicales. La crisis de 2001, trajo una fragmentación muy problemática del radicalismo. Además, hay un problema muy complicado y es que, por lo menos en el vértice, se está dividiendo el peronismo. La división en provincia de Buenos Aires es una cosa a la que hay que prestarle la debida atención. El peronismo resiste una suerte de liderazgo bicéfalo, pero busca, por tradición histórica, unificar el liderazgo y el conflicto está planteado.
La Argentina tiene un serio problema de representación en el plano de los partidos políticos. Los países de América latina a los cuales les ha ido mejor que otros en este período de restitución de la democracia, son aquéllos que tienen partidos políticos más sólidos y capaces de practicar las dos grandes virtudes de la democracia, la deliberación y el consenso. Uno de los ejemplos es Chile donde gobierna una concertación, no una coalición. Esto falta en la Argentina. Hay una ausencia muy marcada de deliberación y consenso entre los partidos y dentro de ellos. El estilo presidencial muestra que hay una inclinación más fuerte a la confrontación y al conflicto y esto exacerba la crisis de representación.

- ¿La actitud movimientista más que de partido del justicialismo agrava la crisis? - El gran problema argentino es que desde el yrigoyenismo comienza a plantearse una suerte de tradición movimientista. Esto significa que un partido político se siente como representante de la Nación, no de una parte. Esto ocurrió muy fuerte en el peronismo aunque había raíces históricas previas en el yrigoyenismo al punto tal que el peronismo recién comienza a llamarse partido desde 1983, antes era el Movimiento Nacional Justicialista, una de cuyas ramas era el partido, estaba el movimiento sindical y hasta en determinado momento hubo organizaciones armadas. La idea movimientista dejó rastros muy fuertes que conspiran a la estabilización de los partidos.
Sin embargo, el justicialismo se hizo partido, pero al igual que el radicalismo está sufriendo fenómenos de fragmentación muy complicados. Estamos en la transición y no sabemos si de esta confusión de lo viejo surgirá algo nuevo. La combustión está en marcha e ignoramos el precipitado de esta combinación.

- Nos falta esa centro-derecha y la centro-izquierda muy clara en otros países
- La lógica del movimientismo es que contiene las divisiones clásicas que existen en cualquier sistema de partidos. Acá se da dentro de los partidos. En el radicalismo se ha producido una especie de división ya ostensible con lo ocurrido con López Murphy y Carrió. En el peronismo, esto no está claro porque es la confusión de lenguas donde Kirchner se reclama de justicialismo y de los símbolos, igual lo hacen Duhalde, Menem y algunos caudillos asentados en algunas provincias desde hace décadas.

- Pese a este panorama, se mantiene optimista
- Soy un lejano discípulo de Pascal y trato de combinar el pesimismo de la inteligencia con el optimismo de la voluntad. La inteligencia muchas veces nos lleva a comprobar realidades desoladoras y cuellos de botellas de los cuales es muy difícil salir. Sin embargo, la historia se abre camino y la democracia tiene una dinámica propia muy interesante para abrirse camino. La ventaja que tiene la sociedad es que los intelectuales nos equivocamos y, sobre todo, los pronósticos se equivocan. La Argentina, en el verano terrible de 2001, estaba invadida por pronósticos catastróficos y, sin embargo, se abrió paso y en el corto plazo, la reactivación es un hecho aunque falta saber si será crecimiento sustentable. Tenemos que hacer los esfuerzos para hacer la Argentina soñada por los intelectuales del siglo XIX, tras lo cual me encolumno fervientemente. En momentos muy oscuros, no desesperaron y tuvieron muy en claro un proyecto de República noble, digna donde todos los ciudadanos tuviesen un lugar digno.
Es fundamental tener las ideas claras y elaborar una ética reformista. La voluntad de hacer reformas que tengan en claro lo que hay que hacer. Queremos una ciudadanía social, queremos sacar a la Argentina de la exclusión y de grandes penurias. Pensemos un crecimiento de desarrollo sustentable con ciudadanía fiscal y llevémoslo a cabo. Esta apetencia de horizonte a largo plazo nos está faltando y tendríamos que trabajar con vistas al bicenteneario.

Retrospectiva
Para Botana, dentro de cien años, los historiadores económicos van a tener estadísticas elementales para comprobar el proceso de declinación del país. "En 1950, la Argentina en relación con el producto bruto del continente ocupaba el primer lugar y en el 2004 el tercero, detrás de Brasil y México". En cambio, admite que será más difícil comprobar la declinación política y moral, especialmente en el plano público. "La Argentina ensayó de todo, celebró la violencia, el terrorismo. La Argentina cavó sistemáticamente la fosa de la discordia y fue un cementerio de oportunidades perdidas".

Ciudadanos o habitantes
Botana cerró las jornadas sobre reforma de la Constitución con una charla titulada:Habitantes o ciudadanos: el problema de la democracia en el siglo XXI . El propio Botana resume el contenido. "Esa democracia constituyó tres ciudadanías: política, civil y social. La primera se expresa en el voto; la segunda, en la libertad de opinión y la tercera, en los otros derechos: a la salud, a jubilarse, a la protección a la niñez, etc. "Estos derechos cuestan, no son gratuitos. Para tener buena educación hay que pagar a los maestros y construir escuelas; tiene que haber jueces, buenos policías. La ciudadanía social debe tener buenos hospitales, garantizar el derecho a la niñez y a la vejez y todo esto tiene un costo enorme y gigantesco. "Las sociedades que han logrado avanzar en esta materia son las que entienden la democracia como un repertorio de derechos y obligaciones. "La obligación principal es la fiscal, el mantenimiento de esta red compleja de derechos a través del aporte proporcional que hacemos cada uno de nosotros. Hay una dimensión subjetiva, el ciudadana paga; y otra objetiva, el Estado asigna recursos. Estas cosas andan muy mal hoy en la Argentina. "Se pagan más impuestos indirectos que directos. El mantenimiento del Estado descansa más en los pobres que en los ricos. Éste es un tema central. Si hablamos de ciudadanía, también tenemos que hablar de ese presupuesto grande que es la ciudadanía fiscal y el comportamiento sobre la base de leyes fiscales transparentes, equitativas, merced al cual podemos sostener el conjunto de derechos y garantías establecidos por la Constitución sus leyes, es decir, las tres ciudadanías", remarcó.

Mario Cáffaro

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